AFP
Dependiendo del punto de vista, el gigante informático Microsoft puede ser el héroe que lucha por llevarle a más gente algunos de los videojuegos más populares, o el villano que busca acabar con la competencia en el sector.
La empresa dueña de Xbox emprendió una campaña para convencer a los reguladores de la Unión Europea (UE), Reino Unido y Estados Unidos de apoyar su oferta por 69,000 millones de dólares por Activision Blizzard, propietario de los exitosos juegos "Candy Crush" y "Call of Duty".
El esfuerzo por crear la tercera mayor empresa de juegos del mundo por ingresos comenzó el año pasado, pero la compañía debe ahora abordar la preocupación de los tres reguladores de que podría ahogar a la competencia.
Sony, fabricante de la consola PlayStation, considera que el acuerdo dará a Microsoft el poder de limitar el acceso de sus rivales a la popular franquicia.
Microsoft argumenta que hacer eso no tendría sentido desde el punto de vista financiero.
La autoridad más difícil de convencer podría ser la Autoridad de Competencia y Mercados (CMA) británica, que en febrero emitió el criterio de que la adquisición podría afectar la competencia y las opciones de los consumidores.
Si la CMA bloquea la compra de Activision Blizzard, Microsoft probablemente tendría que desistir.
La remoción de sus productos para los usuarios británicos implicaría perder un enorme mercado, indicó Anne Witt, profesora de derecho antimonopolio de la escuela de negocios EDHEC.
"Es impensable que Microsoft se retire completamente de Reino Unido. No es sólo videojuegos, es Windows", indicó Witt en referencia al sistema operativo dominante en el mundo.
Witt citó una reciente decisión del regulador británico de ordenar a Meta, propietaria de Facebook, vender el emprendimiento de gráficos animados Giphy al considerar que podría afectar la competencia.
"La CMA es la primera agencia de competencia en prohibir una adquisición de una gran empresa tecnológica", señaló Witt.